Dear brothers and sisters of St. Raphael,
Each year in January, around the anniversary of the Roe v Wade Supreme Court decision, there are national and local events and times of prayer to draw attention to the issue of abortion. And so a few weeks ago I recorded a video, and we had lots of good information in the e-news, about protecting unborn children and supporting women and men in crisis pregnancy with life-affirming solutions to their very real problems.
The tragedy of abortion is a very important issue. In the video I made, I explained how it’s a matter that touched my own family. You could say that abortion is a huge sickness, a manifestation of a “culture of death” (to use a phrase from Pope Saint John Paul II), or a “throwaway culture” (to use a phrase from Pope Francis). And just as a sickness in the body is often connected with other underlying health issues, and other manifestations of disease or wounds, there are other issues in our times that need to be considered in the light of our faith.
Perhaps most closely connected with desperate situations that can push women toward considering something as awful as abortion are the scourges of objectification of women, domestic violence, human trafficking, and rape that are rampant in our world.
It’s also sadly ironic that this year in the week before the anniversary of Roe v Wade, which effectively legalized intentionally taking the life of an unborn child as an attempted resolution to problems, there was an increase in federal executions, with two men and one woman killed within a few days. Are abortion and executions different matters in many ways? Yes. There are vastly more abortions than executions. And in an abortion a child who’s never harmed anyone is killed whereas in an execution someone convicted of killing another is killed. But might there also be an underlying common illness to both issues - one that looks to taking a life as an attempted solution to problems?
The question of abortion feels more personal to me, as I mentioned in the video, because it was suggested at one point to my mother that she abort me. The question of executions feels more personal to me because of my years working as a chaplain at San Quentin prison in California. I visited death row there and sat face to face and spoke with fellow human beings who were awaiting a date for the government to kill them. And in working with various inmates, I came to a deeper appreciation for them as beloved sons of God, even though many of them had indeed committed serious sins and crimes.
The most recent edition of the Catechism of the Catholic Church says the following:
Recourse to the death penalty on the part of legitimate authority, following a fair trial, was long considered an appropriate response to the gravity of certain crimes and an acceptable, albeit extreme, means of safeguarding the common good.
Today, however, there is an increasing awareness that the dignity of the person is not lost even after the commission of very serious crimes. In addition, a new understanding has emerged of the significance of penal sanctions imposed by the state. Lastly, more effective systems of detention have been developed, which ensure the due protection of citizens but, at the same time, do not definitively deprive the guilty of the possibility of redemption.
Consequently, the Church teaches, in the light of the Gospel, that “the death penalty is inadmissible because it is an attack on the inviolability and dignity of the person”, [1] and she works with determination for its abolition worldwide. (2267)
I know some people may not like a strong condemnation of abortion. Others may not like connecting abortion to other social problems, especially to the execution of criminals. But I would submit that our Catholic faith calls us to address all these matters, in a way that does not fit easily into our current standard political categories. As Bishop Robert Barron recently said in a video clarifying some aspects of Pope Francis’ latest encyclical, “It’s always the case with Catholic social teaching - it cuts against both the left and the right...that’s why, when you defend Catholic social teaching... you tend to get attacked from both sides.”
Let’s continue at St. Raphael to lean into all of the Catholic Christian witness on life and justice issues, with Jesus as our Good Shepherd leading us.
St. Raphael... pray for us!
Fr. Phil Hurley, S.J.
Pastor
Queridos hermanos y hermanas de San Rafael,
Cada año, en enero, alrededor del aniversario de la decisión de la Corte Suprema de Roe contra Wade, hay eventos nacionales y locales y momentos de oración para llamar la atención sobre el tema del aborto. Así que hace unas semanas grabé un video, y teníamos mucha buena información en el boletín electrónico, sobre la protección de los niños no nacidos y el apoyo a mujeres y hombres en crisis de embarazo con soluciones de sus problemas reales que afirman la vida.
La tragedia del aborto es un tema muy importante. En el video que hice, expliqué cómo es un asunto que tocó a mi propia familia. Se podría decir que el aborto es una enfermedad enorme, una manifestación de una “cultura de la muerte” (para usar una frase del Papa San Juan Pablo II), o una “cultura del descarte” (para usar una frase del Papa Francisco). Y así como una enfermedad en el cuerpo a menudo está relacionada con otros problemas de salud subyacentes y otras manifestaciones de enfermedades o heridas, hay otros problemas en nuestro tiempo que deben considerarse a la luz de nuestra fe.
Quizás lo más estrechamente relacionado con situaciones desesperadas que pueden empujar a las mujeres a considerar algo tan terrible como el aborto son los flagelos de la objectificación de la mujer, la violencia doméstica, la trata de personas y la violación que abundan en nuestro mundo.
También es tristemente irónico que en este año en la semana anterior al aniversario de Roe v Wade, que efectivamente legalizó el quitar intencionalmente la vida de un niño no nacido como un intento de resolución de problemas, hubo un aumento en las ejecuciones federales, con dos hombres y una mujer matados dentro unos pocos días. ¿Son el aborto y las ejecuciones asuntos diferentes de muchas maneras? Si. Hay muchos más abortos que ejecuciones. Y en un aborto se mata a un niño que nunca ha hecho daño a nadie, mientras que en una ejecución se mata a alguien condenado por matar a otro. Pero, ¿podría haber una enfermedad común subyacente a ambos problemas, una que busca tomar una vida como un intento de solución a los problemas?
La cuestión del aborto me parece más personal porque en un momento le sugirieron a mi madre que me abortara. La cuestión de las ejecuciones me parece más personal debido a mis años de trabajo como capellán en la prisión de San Quentin en California. Visité el corredor de la muerte (“death row”) allí y me senté cara a cara y hablé con otros seres humanos que estaban esperando una fecha para que el gobierno los matara. Y al trabajar con varios prisioneros, llegué a un aprecio más profundo por ellos como amados hijos de Dios, a pesar de que muchos de ellos habían cometido crímenes y pecados graves.
La edición más reciente del Catecismo de la Iglesia Católica dice lo siguiente:
Durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común.
Hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente.
Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que «la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona» [1], y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo. (2267)
Sé que a algunas personas puede que no les guste una fuerte condena del aborto. A otros puede que no les guste relacionar el aborto con otros problemas sociales, especialmente con la ejecución de criminales. Pero diría que nuestra fe católica nos llama a abordar todos estos asuntos, de una manera que no encaja fácilmente en nuestras categorías políticas estándar actuales. Como dijo recientemente el obispo Robert Barron en un video que aclara algunos aspectos de la última encíclica del Papa Francisco: “Siempre es el caso de la doctrina social católica: va contra la izquierda y la derecha ... es por eso que cuando defiendes la doctrina social católica ... tiendes a ser atacado por ambos lados."
Continuemos en San Rafael apoyándonos en todo el testimonio cristiano católico sobre cuestiones de vida y justicia, con Jesús como nuestro Buen Pastor guiándonos.
San Rafael... ¡ruega por nosotros!
P. Felipe Hurley, S.J.
Párroco