Si nunca has asistido a una misa de ordenación, ¡por favor hazlo! Es muy importante que el pueble de Dios participe. No solamente se trata de una de las celebraciones más hermosas de nuestra Iglesia, sino que también ¡el pueblo de Dios aprueba quiénes van a ser sus sacerdotes!
Después del Magisterio, un jesuita encaminándose al sacerdocio estudia intensamente Teología durante sus últimos tres años. Esta etapa de formación, conocida como “Teología,” es la última etapa de un jesuita en el camino hacia su ordenación sacerdotal. Mientras la mayoría de nuestra formación se ha enfocado en transformarlo a uno en un buen jesuita, el enfoque se vuelve más específico durante la etapa de teología. Aquí el discernimiento es más acerca de ser un sacerdote jesuita.
Estudié Teología en el Boston College, junto con otros jesuitas, laicos, y miembros de otras órdenes religiosas, todos provenientes de varias partes del mundo. Estudiamos las santas Escrituras y los sacramentos así como teología moral, historia del cristianismo, teología de la cultura, y teología pastoral. Además tomamos cursos para aprender a cómo celebrar la misa, escuchar confesiones, y predicar. ¡Disfruté esta etapa de mis estudios mucho más que la filosofía!
De las grandes verdades teológicas que aprendí en Boston, una de las más significativas para mí fue que para discernir la voluntad de Dios, es muy importante escuchar la voz de su pueblo, porque Dios habla a través de él.
Durante mis tres años de discernimiento hacia el sacerdocio, una pregunta quedaba pendiente en mi corazón ¿Querrá el pueblo de Dios que yo sea su sacerdote? Mi director espiritual me hizo esta pregunta por primera vez cuando yo era apenas un candidato para jesuita. Si alguna vez asistes a una misa de ordenación, verás esa pregunta en acción. Durante la misa, justo antes del momento de la ordenación, el obispo llama a los candidatos a presentarse ante la congregación. Después de escuchar del superior religioso que los candidatos están listos y son dignos de ser ordenados, el obispo se vuelve a la gente y les pide su consentimiento para esta ordenación. La gente responde con un gran aplauso, indicando: "¡Sí, elegimos a estos hombres como nuestros sacerdotes!"
Estoy profundamente agradecido a tantas personas que a través de mi vida (incluyendo aquí durante mi estancia en Raleigh), quizás sin darse cuenta, me han dado a saber la voluntad de Dios y me animan a seguir confiando en este gran proceso de discernimiento, afirmando mi vocación como su sacerdote jesuita.