Cuando el Padre Bruce ingresó a la formación jesuita después de la universidad en 1969, fue un momento en el que muchas personas no sabían si estaban cerca de Dios, algo que él cree que es importante para cualquier persona que considere tomar la vida religiosa. Hubo mucha inquietud y cambio en nuestro país. Las personas se enfocaron en la guerra de Vietnam, los derechos civiles y las protestas y disturbios en ciudades de todo el país. Muchos cuestionaban sus creencias acerca de todo, incluyendo a Dios. “Fue un momento en el que nada parecia ser importante, y la Iglesia fue vista como irrelevante en muchos aspectos. Por ello, la gente buscaba formas de dejar el antiguo orden atras y asumir el nuevo orden ”, comparte el Padre Bruce.
Después del Concilio Vaticano II, hubo un tiempo de cambio para la Iglesia Católica. Muchas personas, incluidos varios jesuitas, abandonaron la vida religiosa y el sacerdocio. Sin embargo, el Padre Bruce vio las cosas de una forma diferente. El anhelaba ser parte de este cambio. Estaba emocionado de "entrar en el nuevo orden, en la nueva Compañía de Jesús, en el nuevo noviciado". El sentía que "todo lo que estamos haciendo ahora iba a durar para siempre y que solo teniamos que deshacernos de las cosas viejas". El Padre Bruce estaba ansioso por comenzar su viaje hacia su misión como maestro jesuita de inglés y francés.
Como sucede tantas veces, Dios tenía planes diferentes para el Padre Bruce. Cuando el ya se encontraba en su etapa final de formación jesuita, Teología, se dio cuenta que su camino no era enseñar. Luego de pasar tiempo en una parroquia, el se sintió atraído a servir a las personas de esa comunidad parroquial. Encontró que el trabajo era muy energizante y disfrutó poder hablar con las personas acerca de su fe y apoyarlos en sus dificultades.
Como resultado, el ministerio del Padre Bruce ha sido principalmente en parroquias, en su mayoría parroquias diversas con poblaciones afroamericanas y blancas. Él ha podido compartir la gran espiritualidad de estas parroquias y al mismo tiempo les ha ayudado a enfrentar los desafíos de graves problemas sociales como lo son la pobreza y la guerra. Curiosamente, una de las cosas en las que el Padre Bruce ha confiado a lo largo de su ministerio es en varias de las "viejas" tradiciones y costumbres que pensó que iban a desaparecer en 1969. El las encuentra muy "vivificantes", tanto para él como para sus feligreses.
En reconocimiento por su jubileo, el padre Bruce concelebrará con el padre Pedro en una misa especial por la fiesta de San Ignacio de Loyola (el fundador de los jesuitas) el 31 de julio. La misa bilingüe comenzará a las 6:30 pm en la Iglesia. Habrá una recepción con aperitivos ligeros, postres y música en vivo en la Sala Lewis y en la Plaza inmediatamente después de la misa. Todos están invitados a acompañarnos!