Confía en el Proceso Confía en el Proceso. A partir del 2015, esta frase ha sido sinónimo del deporte profesional en Filadelfia, especialmente en cuanto a la estrategia para ganar campeonatos del equipo de los 76ers de Filadelfia (baloncesto). El "confiar en el proceso" también ha sido fundamental en la Compañía de Jesús (los Jesuitas) desde su fundación hace casi 500 años en 1540. No es de extrañarse, por tanto, que siendo sacerdote jesuita y entusiasta aficionado al deporte en Filadelfia, Confía en el Proceso sea para mí un título apropiado para este espacio en el boletín.
Durante las siguientes semanas, me encargaré de este espacio del Padre Felipe en el boletín y aprovecharé la oportunidad para darme a conocer a ustedes aquí en la Iglesia de San Rafael, y describirles un poco acerca de mi propia formación como jesuita.
Muchísimo antes de volverse el grito de batalla de un equipo de baloncesto, Confía en el Proceso podría haber sido el lema perfecto de la formación jesuita, y de la Compañía de Jesús en general. Para San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, “el Proceso” se refería a construir, no un equipo deportivo ganador, sino verdaderos discípulos de Cristo. San Ignacio llamó a su proceso "Discernimiento de Espíritus" descrito en su libro Ejercicios Espirituales. Este método enfoca la atención filtrando todas esas voces que compiten diariamente por nuestra atención hasta descubrir la voz que pertenece a Dios... ¡afianzándote a ella con todas tus fuerzas! Al igual que los 76ers, el proceso de San Ignacio es continuo, en el que cada momento cotidiano nos presenta una nueva oportunidad para discernir y descubrir la acción de Dios en nuestras vidas.
Durando al menos 10 años, la formación de un sacerdote jesuita consiste de un plan personalizado de como San Ignacio enseña a un joven jesuita a discernir y confiar en la voluntad de Dios. Este proceso normalmente incluye cuatro etapas: Noviciado (2 años), Primeros Estudios (3 años), Magisterio (2-3 años) y Teología (3 años). Ciertamente es un proceso largo, y aunque los detalles de cada etapa difieren entre sí, el objetivo general es el mismo: enseñar a un joven jesuita a discernir la voluntad de Dios, para que pueda conocer íntimamente, amar intensamente, y seguir muy de cerca a Jesucristo. Durante mi propio proceso de formación jesuita he experimentado aventuras increíbles. Entré al Noviciado en Syracuse, Nueva York en el 2009, y he residido en Chicago, Filadelfia, y Boston. He visitado todo tipo de lugares y el mío ha sido un trayecto inolvidable. Espero compartir con ustedes parte de esa experiencia, y estoy entusiasmado de añadir Raleigh, NC a la lista de lugares donde la voluntad de Dios me ha llevado.